Psicoanalistas en el diván
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Psicoanalistas en el diván.
Siete psicoanalistas dan hoy su testimonio de cómo llegaron a esta técnica en la jornada que celebra en la sala Gordón Ordás de El Albéitar la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Castilla y León
A. GAITERO – LEÓN A. GAITERO
24/10/2008
Dar cuenta de que el psicoanálisis «es una opción vigente» y que «no tiene nada de misterioso ni de fuera de lugar», sino que se trata de una técnica válida para «dar respuesta al sufrimiento humano», son los objetivos de la duodécima jornada de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis de Castilla y León que se celebra esta tarde en el aula Gordón Ordás de la antigua Facultad de Veterinaria (El Albéitar). «¿Por que fui al psicoanalista?» es la sugerente pregunta que se autoformulan siete psicoanalistas que participan en la jornada. En la primera parte, participan Ángela González Delgado (Palencia), Luis Salvador López Herrero (León), Fernando Martín Aduriz (Palencia), Roberto Martínez de Benito (León), Antonio García Cenador (León y Madrid) y José María Álvarez (Valladolid). Tienen en común la práctica clínica del psicoanálisis, desde profesiones como la psicología, la psiquiatría y la psicopedagogía. En la segunda parte, la psicoanalista de Barcelona Anna Aromí Folch ofrecerá una conferencia. «Lo específico de ir al psicoanálisis y no a una farmacia es que uno no se contenta con que se callen los síntomas, quiere saber por qué le pasan y uno se alivia en la medida que va sabiendo la causa de sus males», señala Aromí, miembro de la Asociación Mundial de Psicoanálisis. En psicoanálisis no existe la autoayuda, siempre es necesaria la intervención del analista que es, según Aromí, quien posibilita la transferencia para llegar a conocer las causas del dolor y operar un cambio en las personas. Para levantar las «gruesas capas de cebolla» con que las personas visten su «yo» es necesario, además, que «exista un buen motor para que alguien se tome la molestia de ir al psicoanalista». Los beneficios que se obtienen son definidos por el psicoanálisis como «una mutación subjetiva, un cambio en la persona que empeza a dinamizarse y que se ve y la ven cambiada». Otra cosa, admite la experta, es que ese cambio guste a la pareja, a las amistades… porque «se ha despertado al deseo y a la vida». Descubierto por Sigmund Freud a finales del siglo XIX, el psicoanálisis, a diferencia de la confesión, «no busca el perdón de Dios ni del otro», sino que «va a encontrar los puntos más oscuros» y a partir de ahí «aprender a ser con esas que pertenecen a uno mismo», afirma Anna Aromí.